sábado, 10 de mayo de 2008

AL QUE MADRUGA . . . . . .

I. Introducción

Hay un refrán que dice: “Al que madruga, Dios le ayuda”, he buscado su autor sin poder encontrarlo, pero por años he estado totalmente de acuerdo con este trozo de sabiduría popular, sólo que ahora me pregunto si no le falta una parte al refrán.

No creo que dudemos que es necesario trabajar para poder comer, como decía Pablo, y que un buen Cristiano tiene que ser un buen trabajador, jefe o empresario tampoco debe de ser algo nuevo.
Pero también es cierto que no todo lo que deseamos o pedimos es lo que Dios nos concederá, más bien Dios nos da todo lo que necesitamos, no todo lo que pedimos.

No será mas bien algo así como “Al que madruga para buscar a Dios, Él le ayuda”

Muchas veces he escuchado que la comida más importante del día es el desayuno, porque es con lo que el cuerpo arranca el día. También he escuchado que es mejor levantarse temprano a hacer ejercicio, y así lo veo cuando salgo de casa temprano, mucha gente anda ya ejercitándose, y lo hacen con mucha disciplina, ni la lluvia, calor o frío parece detenerles en su disposición para fortalecer su cuerpo.

Si pudiésemos tomar algunas lecciones de esa determinación enfocada al cuerpo y las aplicáramos a fortalecer nuestro Espíritu, no estaríamos descubriendo el hilo negro (Truco) sino imitando a tantos hombres y mujeres de Dios que han hecho de su devocional matutino un habito y la base para tener “buenos días”.


II. ¿Por qué Madrugar?

En Proverbios 8:17 dice: Yo amo a los que me aman, y me hallan los que temprano me buscan.


III. Cuando David estaba en el desierto de Judá.

Lectura para leer: Salmo 63:1-2

Irse a dormir pensando en Dios, hablándole y esperando su respuesta es toda una bendición, pues Él puede hablarnos en nuestros sueños o de menos, darnos un sueño reparador y tener a su ángel acampando a nuestro lado. Pero al llegar el nuevo día, a veces nos despertamos ya inmersos en la rutina, en las prisas, y nos limitamos a una oración breve en la mesa o en el camino, perdiéndonos de la bendición de iniciar el día bajo la diestra del Señor.

Porqué iniciar el día sin dedicárselo a Dios, sin invocar su Santo nombre y pedir que guíe nuestro ir y nuestro venir, que cuide nuestra boca y nuestros ojos, que nos libre del mal y nos fortalezca, si es tan fácil clamar Abba Padre y dejar que el pelee nuestras batallas del día, proteja a los nuestros y nos colme de bendiciones.


IV. Un nuevo reto de Dios.

Separa una semana, levántate de madrugada e invoca su nombre, ora, después lee su Palabra esperando encontrar esa palabra viva que hoy te quiere dar, hazlo sólo o con tu familia, y luego dime si hubo un cambio o no.

“Al que madruga para buscar a Dios, Él le ayuda”

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